Cómo calmar tu mente - Reseña crítica - Chris Bailey
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Cómo calmar tu mente - reseña crítica

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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Cómo calmar tu mente: consigue serenidad y productividad en tiempos de ansiedad

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 978-84-17963-80-4

Editorial: Editorial Reverté

Reseña crítica

En un mundo inquieto y agitado, obsesionado con la productividad y la inmediatez, alcanzar la calma es el mejor “truco de vida” que existe. No alcanza con algunas estrategias, la calma mental requiere transformarse en una forma de vida, un profundo cambio. Si quieres encontrar la fórmula para aumentar la productividad sin estrés y sin ansiedades, ¡este libro es para ti!

La calma en nuestra vida

Vivimos tiempos de ansiedad. Y, suponiendo que no vivas al margen de este mundo, parece que hay mucho de lo que preocuparse. Encontrar la calma no implica ignorar la realidad, pero sí que aporta la resiliencia, la energía y la resistencia necesarias para desenvolverse en este entorno cambiante.

Esta ansia hacia una mayor productividad y rendimiento puede llevar a hacerse ilusiones sobre un número increíble de historias respecto a ti mismo que, independientemente de que se acaben cumpliendo o no, nos genera una gran cantidad de estrés crónico.

Una mayor cantidad de calma te llevará aún más lejos, permitiendo sentirte concentrado y cómodo en todo lo que haces. Invertir en calma es invertir en productividad, por lo que no debes sentir culpa de hacerlo. La calma da estabilidad, incrementa el compromiso y la intencionalidad en las acciones. Hace de tu vida una más agradable y, además, te ahorra tiempo.

La calma es un estado subjetivo positivo, caracterizado por un bajo nivel de excitación y con una ausencia de ansiedad. A medida que te alejas del extremo de la ansiedad elevada y te acercas al de la calma elevada, esos sentimientos de satisfacción se hacen más profundos y la mente se serena. Es crucial dedicar parte de tu tiempo a recargar energías, ya que de lo contrario corres el riesgo de caer en el burnout y perder el impulso. El cambio de mentalidad más significativo es, sin duda, entender que una mayor productividad solo es posible trabajando desde la calma y la conciencia. 

Algunas lecciones sobre la calma que podemos alcanzar en la “mentalidad de logro”:

  • La calma es el extremo opuesto de la ansiedad.
  • Nuestro constante e incansable afán de logro puede disminuir la productividad.
  • No eres directamente responsable de tu burnout. 
  • El estrés tiene diversas fuentes, por eso es importante ajustar los estímulos que te rodean.
  • Es en el mundo analógico donde residen casi todos los hábitos que conducen a la calma.
  • Podemos invertir en conseguir calma y productividad al mismo tiempo.

La mentalidad de logro

La “mentalidad de logro” está basada en un conjunto condicionado de actitudes y creencias que te impulsa a esforzarte constantemente por conseguir más. Te estimula a querer llenar siempre el tiempo con algo, y a sentirte culpable cuando lo empleas de un modo “no óptimo”. 

Pero en este mundo moderno esa mentalidad tiene un precio: la ansiedad. Este sistema contribuye a un estrés crónico. La productividad y los logros se incentivan desde la infancia, y son un sinónimo de “éxito” que, aún hoy se mide con sus indicadores más tradicionales: estatus, dinero y reconocimiento.

Cuando fomentas altos niveles de calma y serenidad aumentas tu resistencia a la ansiedad futura. Puedes pensar la productividad como algo más simple: lograr lo que te propones hacer. Sin embargo, los consejos de productividad requieren límites: define tus horas de productividad y elabora un inventario de estrés. Esto evitará que caigas en extremos, serás más productivo, pero con más alegría y calma. Recuerda:

  • Determinar las horas de productividad que necesitarás cada día requiere tiempo. Es a prueba y error; debes conocer tu propio rendimiento que, además, varía cada día.
  • Reserva un espacio de tiempo para pasar del modo productivo al modo relajado. Intenta unificar un criterio intermedio que no requiera habitar los extremos.
  • Realiza una lista de “cosas para más tarde” para llenar cuando estés en modo ocio y que no ocupe lugar en tu mente en calma.
  • Sé estricto con tus propios límites.
  • Experimenta para encontrar lo que mejor te funcione. Recuerda también que no pasa nada por entrar con calma en el modo productivo.
  • Sé flexible si al final de tus horas de productividad te sientes en racha y te apetece seguir trabajando. Al día siguiente, brindate más tiempo de ocio o hazte un regalo.
  • Levántate despacio, empieza el día con calma y reflexiona sobre lo que quieres lograr, antes de entrar en modo productivo. 
  • No olvides a tus seres queridos y permite que sus necesidades, a veces, interrumpan tu tarea. El arte de la productividad consiste en saber cuándo convertirla en prioridad.

Burnout

El estrés crónico es un camino directo al burnout. A diferencia de lo que se cree habitualmente, el burnout no consiste sólo en estar agotados física y mentalmente. También conlleva otros dos síntomas: cinismo y sensación de improductividad. El burnout implica, necesariamente, que se manifiesten estos tres elementos juntos.

No te preocupes, se puede tratar. En primer lugar, puedes reducir el estrés crónico al que te enfrentas. La segunda forma de superarlo es elevando el llamado “umbral de burnout”, es decir, manteniendo límites saludables de estrés, reduciendo la tolerancia a soportarlo. 

Existen seis factores claves para comprender el burnout:

  • Extrema carga de trabajo: demasiadas tareas llevan, necesariamente, al agotamiento. A menudo, las exigencias laborales son demasiadas y no puede el exceso convertirse en cotidiano. Lo ideal es que dicha carga sea cercana a tu capacidad para asumirla. 
  • Falta de control: debes tener autonomía y necesitas disponer de los recursos necesarios para cumplir con una tarea. Cuanto más control puedas tener sobre tu trabajo, mayores serán la satisfacción laboral y el rendimiento, y más resistente será la salud mental. 
  • Recompensa insuficiente: cuando no hay reconocimiento sobre tu esfuerzo, hay estrés. Las recompensas pueden ser económicas, sociales o intrínsecas. Cuanto menos justa sea la recompensa, más ineficaz te sentirás.
  • Comunidad: la calidad de las relaciones e interacciones sociales en el trabajo son fundamentales. Una comunidad laboral que no nos apoya puede ser desastrosa; el sentido de pertenencia aporta confianza.
  • Equidad: es el grado en que las decisiones en el trabajo se perciben como justas y las personas son tratadas con respeto. Fomenta el compromiso en lugar del burnout. 
  • Conflicto: los propios valores son los que te permiten conectar con el trabajo a un nivel más profundo. Cuando tu empleo conecta con aquello que valoras, sientes que todo tiene su propósito.

La mentalidad del más

Al observar hasta qué punto son comunes el estrés crónico, el burnout y la ansiedad, puedes pensar: si la mentalidad de logro tiende a potenciar gran parte de lo que ocurre, ¿qué lleva a desarrollar ese tipo de mentalidad? La raíz fundamental por la cual adoptamos la mentalidad de logro se encuentra en nuestra búsqueda incesante por obtener más y más.

Son aquellas actitudes que te incitan a ir por más a toda costa, sin importar ni las consecuencias ni el contexto. El problema se hace evidente nada más verlo: ese “más” suele ser una ilusión. En realidad los objetivos útiles de verdad tienen un punto final: uno en el que se produce una diferencia significativa en nuestras vidas. Conviene reflexionar sobre si las prioridades del mundo actual son las adecuadas para ti; quizá decidas que solo vale la pena esforzarse por unas pocas cosas, como el amor, la independencia económica y el tiempo libre.

Antes de accionar piensa: ¿qué te mueve a hacer lo que estás por hacer? Y desde ahí evalúa cuáles son los costos de ese “ir por más”, cuáles son los límites u objetivos que determinan tu camino; asegúrate de estar cuidando tu cerebro y tu equilibrio interno. El propósito que te motiva debe estar claro y debe contener tus valores propios, eso te permitirá asumir la tarea con un compromiso genuino y a conciencia.

La mejor manera de lidiar con esta mentalidad es encontrar los límites que necesitas, establecerlos con rigurosidad y con esa misma rigurosidad dar espacio al disfrute, la calma y la satisfacción. No hay nada mejor que vivir en el aquí y ahora, sentir la tranquilidad incomparable de vivir el momento presente con todos los sentidos y el tiempo que necesita.

Estimulación

Como ya se ha dicho, ni el estrés crónico ni las presiones ni el burnout son culpa de una sola persona. Se trata de un sistema que te empuja para sentirte constantemente así a través de una serie de estímulos que, con internet, se encuentran cada vez más desarrollados. 

Hoy en día el algoritmo de las redes sociales se acerca mucho a tus intereses reales y eso genera más y más necesidad de seguir mirando. Así pues, la familiaridad es, en gran parte, lo que hace que los superestímulos de internet sean tan adictivos.

Al mismo tiempo, la dopamina digital impulsa a maximizar los recursos futuros mediante la mentalidad del más. La dopamina, el neurotransmisor que más estimula nuestro cerebro, está motorizado por tres factores: 

  • La novedad: lo inesperado llama la atención.
  • Efecto directo: si el estímulo influye directamente en tu vida o en algo que te importa generará un interés por su relevancia (ya sea en tu vida personal o en el mundo).
  • Genética: hay personas más predispuestas a experimentar niveles más altos de dopamina en algunas regiones del cerebro.

Para controlar estos estímulos externos que generan tanta ansiedad es fundamental ser consciente de ellos y trazar un plan para eliminar las principales distracciones. Es esencial hacer un balance de los propios hábitos dopaminérgicos y darle tiempo al cerebro de reacomodarse una vez que le quites estos superestímulos. El total de dopamina liberada por tus actividades cotidianas determina tu nivel general de estimulación. De tal modo que este dependerá en gran medida de la cantidad de dopamina con la que tu mente esté acostumbrada a vivir.

El tiempo libre debe estar orientado a reducir los niveles de estimulación, para bajar la ansiedad. Al momento de relajarte, no elijas el celular o el televisor. Realiza un ayuno de estímulos, busca refugio en lo analógico, desconectate y baja los decibeles de tu vida. Encuentra actividades que te conecten con otro plano más real. Puedes descender deliberadamente a niveles de estimulación más bajos y permanecer allí donde habita la calma.

Elegir lo analógico

El mundo actual está dividido entre dos submundos que llaman el tiempo y la atención disponible: lo analógico y lo digital. Alcanzar la calma en el mundo físico y analógico es mucho más fácil. Las actividades en el mundo analógico, en cambio, liberan una mezcla más equilibrada de neuroquímicos, nos involucran de forma activa en el momento presente y nos conducen a una mayor calma.

El mundo digital solo es valioso en la medida en que nos ayuda a lograr lo que nos proponemos. Recuerda: la productividad tiene que ver con la intención. Como el mundo digital es simulado y muy dopaminérgico, puede alterar el equilibrio de los neurotransmisores en nuestro cerebro. Cuánto más presencia tenga el mundo digital en tu vida, más actividades analógicas necesitarás para alcanzar hábitos de calma.

Las actividades analógicas dan a la mente espacio para pensar. Algunas de ellas son escribir, realizar una lista de tareas pendientes para gestionar el tiempo, pasar el tiempo con afectos, leer libros físicos, jugar a juegos de mesa o que requieran de movimiento del cuerpo, buscar palabras que no conoces, consultar las noticias en medios físicos.

Los hábitos más útiles hacia la calma tienen dos cosas en común: son analógicos, pero también hacen feliz al cerebro primitivo. Se ha demostrado que este tipo de actividades absorben el estrés y te alejan del umbral de burnout. Son, desde luego, menos dopaminérgicas: liberan dopamina, pero lo hacen al tiempo que recompensan con una mezcla equilibrada de neurotransmisores que dan sensación de felicidad y conexión.

El tiempo físico con los demás es una actividad analógica única. Requiere de paciencia, escucha atenta y se puede realizar a través de tres reglas simples: quitar la socialización digital de ese instante, experimentar actividades y dar prioridad a la tranquilidad de la mente. La calma llega cuando estás rodeado de gente real, no de pantallas. Anímate a conocer tus profundidades. La respiración y la meditación son técnicas muy útiles para practicar la presencia.

La calma y la productividad

Los consejos populares sobre productividad suelen poner el foco en las mejores maneras de hacer más cosas. Sin embargo, es importante pensar en las razones por las que podríamos estar haciendo menos de lo que somos capaces de hacer e identificar los inhibidores de productividad. Además, deberías centrarte en las razones por las que estás haciendo eso que haces.

El desentendimiento es un resultado claro del estrés crónico. De la misma manera, mantenerte en un estado de estimulación muy alto te hará procrastinar más y perder más tiempo. Las presiones externas y la exposición permanente a pantallas disminuyen tu capacidad de estar en el presente. La ansiedad de pensar constantemente en lo que estás ganando o perdiendo te nubla el juicio.

La ansiedad puede dificultar nuestra capacidad de reconocer que nuestro rendimiento ha disminuido debido a lo absorbente que es en términos de atención. Si tienes mayor capacidad mental (gracias a los bajos niveles de estrés), podrás invertir en calma, aunque eso requiera tiempo y energía. Solo así podrás eliminar los sentimientos permanentes de culpa y recuperar tu tiempo y tu atención para ser más productivo en lo que quieres realmente.

A medida que disminuyas la intensidad de estimulación y te enfoques con más facilidad, te sentirás genial al tachar más elementos de tu lista de tareas. Pero la verdadera recompensa, especialmente a largo plazo, es la sensación de estar libre de esos estímulos vacíos que te aportan dopamina pero que no te hacen feliz. Disfrutarás más de tu vida, sin saltar constantemente entre distracciones dopaminérgicas.

La calma no solo te ayuda a generar un impacto más significativo, sino que también te brinda la capacidad de valorar y apreciar el impacto positivo que estás teniendo en tu vida y en el mundo que te rodea. También es el estado natural del ser humano, oculto bajo las diversas capas de la actividad de la vida. La calma subyace en todo lo que hacemos, lo que pensamos y lo que creemos ser. 

Notas finales

La vida es ajetreada y a menudo nos lleva hasta nuestros límites mentales. Invertir en estrategias para conservar la calma y relacionarte con ella puede cambiar la situación. Con menos estrés crónico, puedes comprometerte con soluciones reales a los problemas, a la vez que estás mentalmente presente en los mejores momentos del día, con pensamientos lúcidos y tiempos conscientes.

Gracias a esa mayor concentración aumenta la productividad, lo que permite sacar más tiempo físico y mental para dedicarlo a la vida y a los hábitos de calma. En su esencia y en su mejor versión, la calma puede considerarse el fundamento de una buena vida.

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¿Quién escribió el libro?

Es canadiense, se graduó en la Escuela de Negocios Sprott de la Universidad de Carleton y es experto en productividad. Es autor de “The Productivity Project” uno de los libros más vendidos del 2016. Antes de... (Lea mas)

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